...Cierro los ojos mientras subitamente se extingue mi aliento, pareciera que mi pecho fuera a explotar. Una travieza cosquilla recorre mi vientre y sin darme cuenta también mi espalda. No existen pensamientos ya que todo da vueltas, solo retumba suavemente en mi cabeza el sensual compás de un tango...
No sé si a todos le pasará, pero lo que acaban de leer es lo más cercano a las sensaciones que surgen en mi cada vez que escucho un tango, y pensandolo bien, no es tan solo el tango, sino que cualquier melodía que sea capáz de transportarme en el tiempo o en el espacio, a los recuerdos del ayer o a los rincones de mi imaginación.
Creo que tiene que ver con nuestra capacidad para percibir las expresiones de otro ser humano y sentirlas como propias, o en palabras más simples, la empatía. Así, a través de la música podemos apreciar y absorver los sentimientos e impresiones de una persona, o de un pueblo.
Y que tiene que ver todo esto con mi articulo?, pues porque pienso que cada vez que voy a un restaurante de comida típica me gustaría poder encontrar, así como en la música, un sentimiento, una expresión de la cultura de un pueblo, o simplemente una expresión de la personalidad del autor. No se han dado cuenta de que cada vez que reconocemos un lugar como inolvidable, ya sea un restaurante, una ciudad, un parque, es porque en el vivenciamos sensaciones inigualables y cautivadoras? Sensaciones a la vista, al gusto o al olfato..
Bueno, el Domingo pasado fui a comer a este Restaurante de Parrilladas Argentinas bastante concurrido en Viña del Mar (y no barato). Era para celebrar el cumpleaños de mis padres, pero yo como siempre aproveché la ocasión para recolectar material para mi Blog ;-). Y comencé este artículo de esta forma porque precisamente fue lo que extrañé en este lugar. La comida era buena, la atención buena (excepto por un mozo que se quejaba mucho, pero por suerte no era el de nosotros), pero no pude detectar sello alguno que me hablara de...algo. No había música, solo el partido de Wanders con Colo Colo puesto muy bajito, o sea...nisiquiera se podía escuchar bien el partido, el lugar era lindo, pero no se diferenciaba en nada a un restaurante de comida italiana, chilena o china. No sé, cuando escucho la palabra "parrillada" no puedo evitar imaginar el sonido de la música criolla de fondo, los olores, las brasas a la vista, la pasíon que los Argentinos nos transmiten a través de sus tangos. Pero acá no había nada de eso, era todo como tan...frio.
Sin embargo, siendo objetiva desde el punto de vista gastronómico y quitándole todo el barníz romántico a la evaluación, debo decir que es un lugar de calidad. Comenzamos con unos aperitivos, la típica vaina y en mi caso una caipiroska (no sé que me ha dado con el Vodka ultimamente jejeje). La caipiroska estaba ok, hecha como debe ser: con limón de pica, aunque yo la hubiese preferido un poco más acida y dulce, ya que sentí que el alcohol destacaba más de lo deseado. La vaina también estaba bien, aunque me hubiese gustado un poquito más cremosa, sin embargo, es un tema de gusto personal y no de calidad. A pesar de que pedí expresamente que trajeran las entradas para compartir junto con los aperitivos, ya ibamos como en la mitad cuando llegó la Provoleta al Oregano (2.900) y el Carpaccio Ensamblaje de Salmón y Ostión (3.400). El Carpaccio estaba muy bien condimentado, el toque de alcaparras le daba un sabor distintivo y tenía la cantidad justa de limón y aceite de oliva. Sin embargo, usaron salmón cocido en vez de crudo, la consecuencia es que los cortes deben ser mucho más gruesos, predomina mucho el sabor del salmón por sobre el de la ostión y en resumen, le quita un poco de glamour al plato.
Luego vino la parrillada Gaucho especial (22.900), que contenía lomo, costillar, pollo y chuletas suficiente para 3 personas, o 4. La carne estaba blanda y era de buen sabor, aunque las chuletas un poco flacas para mi gusto. De acompañamiento pedimos una ensalada Chilena (1.900) que venía curiosamente con la cebolla cortada en argollas y no en juliana, como lo indica la tradición, una ensalada Gaucho (3.800) que tenía tomate, palta, pepino, champignon y palmitos. También coronaron la ensalada con una zanahoria que nadie excepto yo se quiso comer (es que soy piti y siempre procuro comer zanahoria). Ambas ensaladas con excelente presentación y calidad de los alimentos.
De postre lo que más resaltó fueron los Helados artesanales de lúcuma (1.600), tenían bastante fruta y el toque de cremosidad preciso. También ordenamos un Mousse de Chocolate Blanco con Salsa de Frambuesa y Mora (2.200) en el cual la salsa estaba muy rica, pero considero que el mousse estaba más pesado de lo normal, creo que se les pasó la mano con la gelatina o colapez. Un Flan de Vainilla sobre Brownie con Salsa de Caramelo (1.900) donde el flan estaba rico, pero el brownie un poco seco.
Mi conclusión es que seguiré experimentando en materia de Parrilladas, ya que a pesar de que la calidad de ésta es buena, siento que la relación precio calidad no es la mejor. Por el precio creo que esperaba un poco más de emoción ;-).