Hace tiempo no escribía nada, y sí, la verdad he tenido bastante botado mi blog.
En esta ocasión quise escribir sobre mi ultima experiencia gastronómica la cual me parecio notable. Pocas veces me he encontrado en Valparaiso con lugares cuya cocina, ambiente y atención sean de tan buena calidad.
Me refiero al restaurant Bistró Cuisine & Vins. Toda una experiencia desde que llegas al lugar, hasta que te tomas un café para terminar la velada.
Este interesante lugar, se encuentra en el Cerro Concepción de Valparaíso. Ese dia me fui en ascensor (el ascensor concepción que se encuentra justo en frente del Reloj Turri) el cual te lleva directamente al paseo Gervasoni. Ahi pueden detenerse a mirar el paisaje desde sus miradores mientras abren el apetito. En la calle Papudo 416 se encuenta este lugar, justo a la vuelta del paseo.
Comenzamos ordenando una Vaina y una Caipiroska. Los tragos debo decir que tenian un excelente equilibro alcohol/dulzor/acidez. De entrada pedimos una tartaleta de tomates (ahora no recuerdo exactamente el nombre). Esta estaba hecha con una masa brisé la cual tenia una delgada capa de queso parmesano, sobre la cual se disponía una mezcla de tomates picados en pequeños cubos con piel y sin pepas, aceitunas y queso parmesano. Todo esto gratinado suavemente. Además, ordenamos un Carpaccio de Salmon, el cual estaba muy bien condimentado, además de poseer una delgada capa de queso parmesano rayado, el cual le iba muy bien al salmón.
De fondo, ordenamos un Turnedor de Filete y un Bifé de Chorizo con Verduras al Wok. A pesar de que el filete estaba un poco pasado de cocción (lo pedi a punto y la verdad es que se les pasó) debo confesar que hace tiempo no comía un filete tan blando. Se deshacía en la boca. El acompañamiento, eran unas cebollas caramelizadas con champignones, muy buenas, y eso que a mi no me gusta mucho la cebolla sola.
El Bifé de Chorizo también estaba muy blando y las verduras crujientes. Sin embargo recomiendo a ojos cerrados el Filete.
De postre, pedimos un strudel de manzana, el cual iba acompañado con helado de vainilla y delgados dibujos de caramelo sobre la masa. Todo esto decorado con semillas de amapola. Debo decir que pocas veces encuentro un postre tan equilibrado. El caramelo estaba dispuesto en su justa medida, de manera que al mezclarlo con el sabor de la manzana se conseguía un perfecto balance entre la dulzura del caramelo y el toque acido de la manzana. La masa Philo, estaba muy fresca y crujiente. Me parece que el helado no era artesanal, pero sin duda era de buena calidad. Todo esto acompañado con un buen café cortado.
En resumen, toda una experiencia. 100% recomendable.